miércoles, 12 de enero de 2011

Perdonada la maestra que llamó Mahoma a un peluche

El artículo a comentar está sacado del periódico “Qué” el día 4 de diciembre. Sólo leer el titular atrajo mi atención, y no es para menos pues las palabras “Mahoma” y “peluche” en la misma frase me anticipaban la rotunda antítesis que se muestra a continuación.
En principio se muestra una clara controversia de estructura social. Por un lado la escuela está en territorio sudanés, por lo que se debería formar a la sociedad para esta civilización y no otra; así se deberían impartir los valores religiosos islamistas, una moral heteronimia, pues la sociedad de este país gira en torno a su religión. Mientras, los ingleses se basan en valores muy diferentes como el pluralismo o la igualdad, imparten una moral autónoma y claramente, cuando se han juntado dos culturas tan distintas han comenzado los problemas.


La condenación se da por una falta de comprensión e intransigencia por parte de la policía sudanesa, aunque también parte de culpa tiene la institución escolar por no concienciar tanto a los profesores como a los alumnos ingleses de la susceptibilidad de esta cultura.

Desde un punto de vista moral, el “insulto” de la maestra ataca los mas profundos valores de la comunidad islámica (tan amplia en este país). Los valores legitiman los comportamientos, y esto llevado al extremo es lo que hace que se tomen tan mal esta noticia los sudaneses.
Ambos países implicados tienen como clave de su diferencia el nivel económico, pues Inglaterra está sumida en la creciente globalización, cuyo lema respecto a la educación es “el hombre educado produce más y mejor”; mientras, Sudan se desenvuelve en una economía más primaria-segundaria en la que primarían otros valores más unidos a la religión (Santificar fiestas, guardar la pureza, honrar a ancestros…etc.).

Al confrontarse dos economías tan opuestas es obvio que surjan inconvenientes por alguna de las partes pues lo normal es que rivalicen por el poder ya no solo económico sino también político. Ambos aspectos van muy unidos, y al igual que supone un hecho que hace temblar los cimientos del pensamiento económico, las relaciones políticas se tambalean. En el mismo artículo se nos dice que hicieron falta dos parlamentarios británicos musulmanes para explicar al más alto poder sudanés que el fin de la similitud entre el peluche y mahoma era didáctico.

La escuela es una institución del estado mediante la cual se nos transmite el conocimiento, pero está claro que ese conocimiento no es neutral, sino que es el resultado de una política de educación muy trabajada y estudiada, y normalmente consensuada por el consejo de estudiaos del estado. Al final “cada maestrillo tiene su librillo” y cada escuela fomenta y ejercita unos valores diferentes dentro de los límites que las leyes incluyen.

Por lo tanto si que es cierto que, por una parte se debe fomentar la libertad de expresión en cuanto a la enseñanza, es decir innovar con unos medios dados para llegar al fin que el maestro crea conveniente; pero por otra parte la educación supone un consenso cultural, simbólico, lingüístico… de la sociedad y en este caso se hace una diferenciación bien clara en este aspecto en el que la clave está en el dinero y en que el conflicto se da con niños, ya que a un niño pequeño en Sudán se le esta empezando a enseñar los valores religiosos del país así como su cultura y es mas sencillo llegar a pensar o ha tener el miedo de que el niño adquiera las ideas que trabaja en el colegio y no las de su país, ya sean correctas o no.

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