miércoles, 12 de enero de 2011

Péguele a otro, ¡Listo!

Pegarle a su hijo está muy mal. Es un feo vicio, aunque el Senado español acabe de avalar el socorrido cachete al niño.
Y no es que esté mal porque se trata de un ser más débil (atrévase con él a los 17). Tampoco es porque se acordará de la paliza toda su vida -la conservará sellada en el rincón de la ira-, ni porque le despierta sentimientos que no puede entender y que sólo más adelante reconocerá con el nombre de humillación, y querrá vengar en otro u otros.
Pegarle a su niño, a su niña, está mal porque es señal de que usted es incapaz de mantenerse sereno y que a la mínima salta con violencia. Porque lo de un niño siempre es la mínima, no tiene más que mirar a su alrededor. Lo que pasa es que no se atreve con los otros. Si su hijo o su hija son capaces de cegarle hasta la violencia física (incluso un pellizco lo es), qué no harán los celos, la envidia hacia quienes tienen más que usted "injustamente", los atropellos de sus superiores, los agravios cotidianos. Pero con esos no se atreve.

Pegarle al hijo es enfrentarse al espejo del cobarde, mírese bien. Sólo se atreve con sus niños, y amparado en la excusa de la educación. Triste excusa, triste educación y usted, triste persona.

Al próximo golpe que le pegue, recuerde todos los que no ha pegado a otros y se ha tenido que tragar. Atrévase entonces con ellos y deje en paz a los chavales, o cómprese un saco de arena y sude. Piense en la imagen de usted que les está grabando en la memoria.

Y acuérdese, de paso, de su padre y de su madre.
Este artículo fue publicado por el diario ADN el día 13 de diciembre de 2007. Lo escribió Cristina Fallarás.

Me pareció muy interesante, ya que te da qué pensar. Ahora sólo queda plantearme, ¿qué opinais vosotr@s?

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